
Llegué a Yanama porque me dijeron que allí podría encontrar a mi familia. Mi hermano me lo reveló. En un principio quise pensar que fue parte del calor de la discusión, pero era cierto, yo no era su hermano de sangre. Me abalancé sobre él y lo golpeé con vehemencia. Lo golpeé tanto que entre el amasijo de sangre que salpicaba, finalmente llegamos a unir nuestra sangre.
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